Algunas Preguntas acerca de la Sociedad de la Información

La Sociedad de la Información se refiere a una nueva condición social que se espera resultará a partir de los cambios introducidos por las nuevas tecnologías que conforman a la Revolución Informática. En este artículo se busca proveer de un panorama y, en algún sentido, del rango de futuras posibilidades de esta Sociedad de la Información en forma de un conjunto interrelacionado de preguntas abiertas, así como de tentativas respuestas. Se espera que este conjunto inicial de preguntas estimulará la realización de una lista mejorada de preguntas que continuamente se actualice y revise a profundidad en la medida que nuevas condiciones generen nuevas preguntas.

Además de la búsqueda de nuevas preguntas, este artículo también intenta promover la búsqueda de mejores respuestas. La mayoría de las preguntas presentes aquí pueden ser solo respondidas a grandes rasgos y en forma tentativa, aún considerando las tendencias presentes. Al considerar el futuro, no hay respuestas precisas; solo estimaciones, probabilidades y especulaciones.

En este artículo, trataremos de evitar tres tipos de preconcepciones. La primera, y la mas difundida, es la postura eufórica y acrítica que se expresa con fines comerciales, la cual invariablemente enfatiza solo los atributos positivos de la nueva tecnología. Esta misma preconcepción es frecuentemente hallada en la angosta visión del mundo técnico (que no puede imaginar ninguna consecuencia negativa), y en la utópica pasión de querer ayudar a la gente con esta u otra tecnología.

Un segundo tipo de preconcepción es una visión sobresimplificada opuesta a la primera: la postura hipercrítica y pesimista que percibe a la tecnología moderna como un desastre humano, o se enfoca solamente en el creciente control corporativo o gubernamental de los sistemas de información. Esta postura pesimista puede hacer notorias algunas verdades importantes, pero raramente ofrece alguna guía para positivamente dar forma a una Sociedad de la Información.

La tercera preconcepción es también una visión sobresimplificada que reconoce ambas posiciones anteriores, y concluye que existen oportunidades para el bien y el mal, centralización y descentralización, libertad y opresión, riqueza y pobreza. Pero esta visión balanceada se expresa frecuentemente en forma superficial, que concluye simplemente, por ejemplo, que debemos escoger entre una sociedad de tipo "Computopia" o "Big Brother". La realidad, sin embargo, más bien tiende a ser compleja y ambigua, requiriendo de realizar varias selecciones a lo largo del tiempo, e incoporando elementos simultáneos de euforia y pesimismo que fluctúan en el balance.

Dado que la incertidumbre es altamente probable, es importante contínuamente tener en mente el hacer las preguntas precisas, proveer las mejores respuestas posibles, y compartir estas respuestas a través de fronteras nacionales. Las siguientes preguntas ilustran el tipo de preocupaciones que deben ser atendidas, y el tipo de respuestas que podrían darse.

¿Llegaremos a vivir en una Sociedad de la Información?

La primera pregunta es comúnmente asumida como cierta. Es ahora un hecho que en los países industrialmente desarrollados la mayor parte de la fuerza de trabajo se ocupa de alguna manera en producir y diseminar información. Sin embargo, irónicamente, estos mismos países estan sub-desarrollados hasta ahora para ser considerados como sociedades de la información. Más aún, esta característica dominante de estas sociedades y su fuerza de trabajo no continuará necesariamente en el futuro.

Modas, valores, o percepciones pueden cambiar, o la sociedad puede cambiar de tal forma que "sociedad de la información" sea un término claramente inapropiado como etiqueta de la sociedad. De hecho, este término ha sido utilizado hace apenas unas cuantas décadas, siguiendo otras etiquetas menos específicas, como la de "sociedad de servicios", o aquélla más ambigua de "sociedad post-industrial". "Sociedad de la Información" fue aparentement utilizado por primera vez en Japón a finales de los 60's, y fue el tema central del Plan para la Sociedad de la Información. Algunos otros términos que se consideraron como aproximaciones cercanas a lo que se refiere como "Sociedad de la Información" incluye "era de la cibernética", "era de la electrónica", "era de la información", "sociedad del conocimiento", y hasta "sociedad tecnotrónica".

Etiquetas a la sociedad vienen y van, y cientos de ellas han sido propuestas en años recientes. No hay razón para que "Sociedad de la Información" necesariamente siga siendo utilizada en el siglo XXI, o hasta después. Una nueva variante puede remplazarla, como por ejemplo, "sociedad telemática", o hasta la "era de Infoglut", la cual se enfoca en la condición dominante de la sobrecarga de información (information overload). El desempleo generado por la automatización de oficinas y otros servicios de información puede extenderse y, si no se compensa por un número igual de nuevos empleos en el sector de la información, podría resultar en una fuerza de trabajo no más dominada por ocupaciones relacionadas con la información. La actividad predominante de la sociedad sería otra, o hasta una falta involuntaria de ocupación, condición que ya caracteriza a algunas de las naciones del Tercer Mundo.

También debe reconocerse que hay otras revoluciones tecnológicas en la actualidad que podrían tener un mayor impacto en la sociedad que la tecnología de la información. La revolución biológica podría retardar el proceso de envejecimiento y alargar la vida humana, volviéndose entonces esencialmente una "sociedad de inmortales" (y por lo mismo, una sociedad sobrepoblada). Avances en la tecnología de celdas solares podría dar como resultado una revolución en el uso de la energía. La proliferación de armamento en general, y de armas nucleares en particular, podría llevarnos a una cataclísmica detonación (ya fuera provocada o por accidente) que provocaría una falla en las comunicaciones. De hecho, el pulso electromagnético producido por una sola explosión nuclear a gran altitud puede afectar los sistemas de comunicaciones. En este escenario, la "sociedad de la información" sería, en retrospectiva, la última ilusión de la humanidad moderna.

Una aproximación inteligente para evaluar el futuro a este respecto debe reconocer la potencialidad del cambio de escenarios. Debemos considerar las muchas maneras en las que no podríamos tener una sociedad de la información, así como las variadas formas en las cuales puede realizarse, y además, si esperamos conformar tal sociedad para el mayor beneficio del mayor número de personas.

¿Llegaremos a experimentar una Revolución en las Comunicaciones?

De forma similar a la primera pregunta, una "revolución" de las comunicaciones es ámpliamente supuesta como cierta. Pero ésta también debe ser propuesta aquí como pregunta. El término "revolución" ha sido utilizado en forma inconciente durante los últimos años, aun entre aquéllos cuyo entrenamiento científico debería inhibir comentarios precipitados acerca de desarrollos técnicos y sociales. Consideremos, por ejemplo, las proclamas a finales de los 1960s acerca de la "Revolución Verde", en la que se afirmaba que nuevos tipos de cultivos resolverían los problemas de hambre en el mundo. Aseveraciones similares se hicieron también en ese tiempo acerca de las comunicaciones. En 1970, Isaac Asimov, el autor prolífico de ciencia ficción y libros de ciencia popular, anunció una cuarta revolución de las comunicaciones: la electrónica (que seguía de las "revoluciones" del lenguaje, la escritura y la imprenta), la cual cuando se estableciera verdaderamente, traería una cultura de comunicación electrónica alrededor del mundo, la librería de la humanidad al alcance de cualquier persona, el medio idóneo para justificar la idea de aldea global que disminuiría las diferencias entre las personas, provocando la desconcentración de las ciudades hasta desaparecer. Aun cuando algunas de estas ideas han sido llevadas a la práctica de la vida cotidiana de algunos grupos como de educación superior o comercial, no es posible proclamar que tal "revolución" ya se ha llevado a cabo.

Es innegable que desarrollos notables han ocurrido en las tecnologías que comprenden a la "revolución de las comunicaciones". Estas incluyen no solo la reducción del tamaño y costo de los equipos de computadoras, sino su combinación con la dramáticamente mejorada y expansiva capacidad de los satélites, la fibra óptica, y las muchas aplicaciones de los circuitos integrados. Es imposible predecir la configuración final de este grupo evolutivo de tecnologías complementarias y competidoras a la vez, o de evaluar sus múltiples impactos sobre la vida humana. Lo mejor que se puede hacer es ocuparse de hacer predicciones y evaluaciones a corto plazo, conforme las tecnologías van apareciendo. Los desarrollos en tecnología pueden hasta cierto grado anticiparse, especialmente por procesos de pensamiento colectivo tales como el método Delphi, el cual agrupa predicciones de expertos, refinándolos y revisándolos mediante dos o mas rondas de cuestionarios. El impacto potencial de tecnologías puede ser evaluado mediante estudios sociales. Por ejemplo, los estudios patrocinados por el gobierno francés y por el Consejo de Ciencias de Canadá acerca de la computación en la sociedad han expresado preocupaciones acerca de la planeación para una sociedad de la información.

Desafortunadamente, ningún esfuerzo se ha hecho para recolectar este tipo de predicciones, evaluaciones, especulaciones y advertencias para determinar qué se conoce y qué se desconoce, identificar áreas de concordancia o discordancia, o establecer el rango de políticas que podrían servir como guías. Irónicamente, en medio de la llamada revolución en tecnología de comunicaciones, el relativamente simple acto de comunicación entre investigadores y los responsables de la política gubernamental no ha ocurrido.

Una aproximación cautelosa a la "revolución de las comunicaciones" sería continuar con tal etiqueta por el momento. En contraste con los cambios forjados por otras revoluciones tecnológicas de los pasados 200 años (ferrocarriles, telégrafo, teléfono, energía eléctrica, automóvil, radio y televisión) el nuevo grupo de tecnologías de comunicación no ha modificado la vida de la mayoría de las personas profundamente. Aun así, estas nuevas tecnologías pueden ser inmensamente influyentes durante las próximas décadas. El desarrollo y diseminación de nuevas tecnologías probablemente no será tan rápido o extensivo como muchos entusiastas creen hoy. Pero la "revolución" continuará, dado que hay poca o nula oposición del público, y los gobiernos han sido capaces de influenciarla, pero no controlarla. La naturaleza de esta revolución, el cómo afecta la manera de comunicarnos y nuestras vidas en general, permanece aun como un problema abierto.

¿Nos podremos comunicar mejor?

La pregunta de si nos comunicaremos mejor (y aun si nos estamos comunicando mejor ahora que como nos comunicabamos en el pasado) parece obvia y simple. Pero se trata de una pregunta compleja con profunda significancia, y se le ha prestado poca o ninguna atención. La falla de considerar esta pregunta puede originarse de la entrenada incapacidad de los expertos en comunicaciones de considerar preguntas amplias, o de la simple suposición de que nuevas tecnologías de comunicación necesariamente mejorarán el intercambio de información. En lugar de eso, es importante reconocer que, aun cuando la comunicación sin errores es un ideal, la incomunicación en nuestra sociedad moderna parece estarse extendiendo. Ejemplos incluyen comunicaciones fallidas (mensajes importantes no enviados o recibidos), comunicaciones con fallas (mensajes errados enviados por causa de un error no intencional, o por intencional distorsión de la información), falla de comunicación (mensajes no entendidos o creídos, o resultantes en un efecto no intencionado) y comunicación de basura (mensajes triviales que se reciben, pero son de poca importancia).

Las nuevas tecnologías de la información multiplicarán grandemente las capacidades de almacenamiento, transmisión y manipulación de la información. Pero, ¿mejorarán la comunicación humana? ¿o inadvertidamente la harán mas difícil? Para mostrar algunas respuestas tentativas a estas preguntas, sería útil examinar brevemente algunos prospectos en situaciones generales en las cuales la gente usualmente se comunica.

En el Trabajo

Muchos cambios en el trabajo son posibles, particularmente en la eliminación de empleos y en la creación de nuevos empleos. Los robots en las fábricas presumiblemente realizarán muchas tareas que sean peligrosas o aburridas. La automatización del trabajo de oficina también permitirá una mayor comunicación dentro y fuera de las organizaciones, permitiendo a la vez cierta descentralización de los lugares de trabajo a áreas rurales y hogares particulares.

En el Comercio

Las relaciones entre compradores y vendedores pueden mejorarse con el advenimiento de "tiendas virtuales" (el despliegue de artículos en la pantalla casera), las cuales podrían dar a los consumidores mejor información o alternativas sobre productos. El aumento en el uso de las tarjetas de crédito parece un paso a una sociedad sin dinero en efectivo.

En la Salud

La comunicación computarizada ya ofrece a los médicos un mejor acceso al conocimiento médico, y la computarización de historias médicas personales (con las salvaguardas propias, esperamos) pueden proveer de información valiosa sobre pacientes. Los individuos también podrán tener un mejor acceso a la información médica para su propio cuidado, con dispositivos para monitorear procesos corporales, conectados o implantados en el cuerpo. Implantes electrónicos podrían, por ejemplo, detectar enfermedades antes que éstas se manifiesten. Nuevos desarrollos en microelectrónica prometen cuando menos un cierto nivel de audición y visión para personas con problemas de sordera o ceguera. Las computadoras, en un momento dado, podrían dar fisioterapia.

En el Entretenimiento

Mucha gente tendrá seguramente un mayor número de opciones para su entretenimiento, incluyendo juegos de video y experiencias en simulación, más canales de televisión, antenas parabólicas de bajo costo e incrementalmente mayor sofisticación, y muchos medios para la grabación de eventos. Muchos de estos vendrán acompañados de nuevas formas de presentación disponibles en los hogares, como televisores de mayor resolución y tamaño, así como sistemas de sonido sofisticados. Queda por verse, sin embargo, si esto resultará en una abundancia de opciones de alta calidad o meramente en la multiplicación de la banalidad; en un mercado libre y vibrante entre proveedores de entretenimiento y audiencias o un monopolio cultural por parte de corporaciones de la información.

En la Educación

Es dudoso que cualquier utilería de la información será un servicio completamente gratuito, como algunos utópicos imaginan. Sin embargo, el potencial para un acceso electrónico al conocimiento mundial y para programas educativos de computadora, canales de televisión dedicados a la educación y cultura, grabaciones informativas e instructivas, y más, ofrecen grandes posibilidades para una revolución en la educación gratuita, tanto dentro como fuera de escuelas, colegios y universidades, que afectará el aprendizaje tanto de niños como de adultos. La mayor parte de los aspectos de la revolución en comunicaciones tienen que ver con y pueden aplicarse especialmente en la educación. Sin embargo, las instituciones educativas tienen otras funciones además de la educación, y son difíciles de cambiar. Una educación autodireccionada y extensiva para adultos es posible, pero la seria utilización de la abundancia de información debe competir con los muchos aspectos de el entretenimiento poco serio. Se require entonces de un análisis profundo sobre quién está aprendiendo qué como resultado de la inclusión de la nueva tecnología en la educación. Podría darse el caso de que la tecnología de la información ampliará aun más la diferencia y divisiones entre ricos y pobres, y creará una nueva brecha generacional entre los jóvenes alfabetizados en computación y sus mayores.

En la Política

Una gran precaución debe tenerse para las predicciones de mejoramientos de la comunicación en política. Las nuevas tecnologías de la información ofrecen muchos caminos prometedores para lograr sociedades más democráticas, como pudieran ser plebiscitos electrónicos y encuestas de opinión, teleconferencias de representantes, canales de televisión dedicados a procesos legislativos, y una mejor información al votante sobre candidatos. Pero estas posibilidades no necesariamente serán realizadas, y aun peor, podrían ser el preludio de una sociedad controlada, con capacidades de vigilancia mejoradas, tecnologías de verificación de confersiones y declaraciones, y filtraje de mensajes políticos, permitiendo a los candidatos decir diferentes cosas a diferentes grupos de votantes.

En las Relaciones Intergrupales

Tanto dentro como entre las naciones, la nueva abundancia de la información y su fragmentación para satisfacer las necesidades e intereses de grupos raciales, etnicos, religiosos, intelectuales, políticos y comerciales tiene pocas posibilidades de facilitar en forma armónica y compartida las relaciones intergrupales. Las emisiones en masa de información tiene el denominador común de falta de diversidad, y generalmente se dirigen a un grupo determinado de la sociedad; pero al menos han servido como una experiencia compartida. La desmasificación de los medios aumenta la variedad, pero el lado obscuro de esto es la tendencia al caos de los intereses especiales. Y, al grado en que las personas encuentren educación y entretenimiento en casa, tenderán a pasar más tiempo en la sala de su casa en lugar de intentar relacionarse con otros grupos diferentes.

En la Familia

Las relaciones entre hombres y mujeres, esposos y esposas, padres e hijos podrían mejorarse mediante los nuevos medios de comunicación. Pero la multitud de nuevos espacios y formas de entretenimiento podrían servir mas bien para restringir las relaciones interfamiliares. Estas relaciones pueden verse afectadas también por la cantidad de tiempo libre disponible debido al trabajo en el hogar.

En resumen, es difícil de saber si la comunicación humana en estas actividades básicas se ha mejorado o mejorará en el futuro. Tal parece que las nuevas tecnologías en comunicaciones producirán mejoras generales en el trabajo, comercio, salud y entretenimiento. Estas tecnologías también ofrecen potencial considerable en mejorar la educación y la política, pero hay que ser muy cuidadosos al hacer predicciones y evaluaciones. La comunicación entre familias y grupos humanos puede mejorar, pero mas bien podrían empeorar. En todas estas áreas, un monitoreo considerable será requirido para proveer una respuesta mas completa a la pregunta de si nos estamos comunicando mejor.

¿Mejorarán nuestras vidas?

¿Las nuevas tecnologías de información nos llevarán a mejoras en nuestra calidad de vida? Inmediatemente debemos preguntarnos ¿mejoras para quién? Seguramente habrá ganadores y perdedores, dentro y entre las naciones. Una abundancia económica podría resultar de una revolución en la información. Estamos en medio de una transición tumultuosa entre la era de la industria y economía en masa a la "economía de la información", en la que la información va desplazando a la masificación como factor de la producción. Pero esto no necesariamente lleva a una repartición mas equitativa de los bienes, o a mejorar el beneficio de la persona media. ¿Todas las naciones se beneficiarán de una mayor economía expandida (como algunos dicen) o las naciones más ricas aumentarán su parte (como otros proponen)? ¿Se beneficiarán los campesinos analfabetas del Tercer Mundo en alguna forma de esta nueva abundancia en la información? De hecho, aun en los países industrializados, el desempleado y el subempleado pueden no beneficiarse mientras las economías no se expandan lo suficiente para crear un estado de beneficio mas generoso.

También debemos preguntarnos cómo se mide la "calidad de vida", que no es cosa sencilla. Además de los indicadores económicos de la calidad de vida, es necesario evaluar indicadores políticos y humanos. A futuro, puede haber una creciente maldistribución del trabajo, conjuntamente con el problema mundial de escacez de mano de obra, así como poblaciones no empleables cuya situación se agrava por los avances en la automatización. La promesa de muchas tecnologías, y de la tecnología de la información en particular, es que ahorran trabajo, permitiendo a mas personas tener mas tiempo libre. Pero, ¿qué hay de aquellos sobre quienes se forza tiempo libre involuntario? Y, entre los empleados, el tiempo libre voluntario en una era tecnológica puede ser ilusoria. Muchos profesionales hoy encuentran sus cargas de trabajo crecientes, en lugar de decrecientes. Las nuevas formas de procesar información pueden tan solo medios para aumentar el caos, tal como los caminos de alta velocidad han inadvetidamente conducido a mas congestiones de tráfico.

¿Quién tiene que aprender qué?

Toda sociedad requiere un mínimo estándar de competencia para sus miembros. La Sociedad de la Información demandará un nuevo estándar en alfabetismo, más allá de saber tan solo como se usa una computadora. Para sobrevivir en una civilización así, debemos lidiar con una cultura de inmensa diversidad, de imágenes contradictorias y fragmentadas, y de tambaleante concenso. La nueva alfabetización requerirá la habilidad para distinguir entre conocimiento y mera información, y para buscar sabiduría real en medio del conocimiento abundante. El "aprendizaje de por vida" ha sido reverenciado por muchos años, pero el nuevo alfabetismo económico requerirá una habilidad para aprender, y la voluntad para re-entrenarse para nuevas ocupaciones.

Pero, en contraste con tales necesidades, ¿qué realmente sabemos? Se asevera que el "hombre tecnológico" no existe aun, y que el hombre "neoprimitivo" continúa atrapado en un ambiente tecnológico, en el cual las cosas (no seres humanos) están bajo control. De hecho, se considera que la formación de significados (la limitada capacidad humana para procesar información) es lenta e ineficiente en el individuo comparada con la velocidad y capacidad de información que la sociedad actualmente acumula.

Debemos reconocer que vivimos en una "Era de la Ignorancia", en donde las necesidades de aprendizaje en todas las edades están ganando a sus logros. Toda nación está realmente en riesgo. Sin embargo, las mayores necesidades de aprendizaje no están entre los niños, sino entre los adultos (en especial, entre nuestros líderes políticos, intelectuales, científicos, corporativos y religiosos), aquellos que deben decidir la forma de la Sociedad de la Información en las próximas décadas. Sus decisiones, para bien o para mal, determinarán ampliamente si la Sociedad de la Información es humana, justa, productiva, libre, participativa, y segura, o si tal sociedad será caracterizada por mayores inequidades y mayor centralización.

Tal reorientación de las prioridades en la educación es poco probable, al menos en los próximos años. Aun fallamos en reconocer nuestra ignorancia y la necesidad de enfocarnos en la educación de los adultos, debido a los grados académicos que la mayoría de nosotros tenemos para convencernos que somos "bien educados" como individuos y como sociedades. Deseamos aparentar conocimiento y sofisticación, y esta imagen se refuerza con las tecnologías sofisticadas a nuestro alcance y control individual y colectivo. Tecnologías tales como computadoras y automóviles están listas para utlizarse, aun cuando comparativamente pocos realmente entienden bien su funcionamiento. De hecho, los habitantes de países industrializados viven en una sociedad que está "desarrollada" unicamente en términos de manufactura, pero "sobredesarrollada" cuando se le evalúa en medidas humanas y ecológicas, y "subdesarrollada" como sociedad de la información. Nuestra sociedad está subdesarrollada por la brecha entre nuestras habilidades presentes y nuestra necesidad de aprender nuevas destrezas y conformar nuevos puntos de vista. Esta "brecha de la ignorancia" parece estar en aumento.

Como con las preguntas anteriores acerca de la Sociedad de la Información, esta pregunta apunta a la necesidad de investigación empírica, por ejemplo, investigación en qué sabe la gente de todas las edades en todas las naciones. Un estándar mundial sobre el alfabetismo en la Sociedad de la Información deberá surgir de una sobria evaluación como ésta.

¿Quién debe responder estas preguntas?

Las preguntas presentes aquí son presumiblemente de importancia central para todo individuo, sin importar su nacionalidad. Varios centenares de libros han sido publicados en años recientes, tratando con algún aspecto de la Sociedad de la Información, y sin embargo, aun hay poca comunicación entre quienes tocan uno de estos aspectos. Esto se debe grandemente a la obsolecencia en nuestros colegios y universidades de la era industrial, los cuales ponen y estimulan la atención sobre preguntas pequeñas y "manejables", preguntas técnicas que resultan en respuestas "sólidas", y preguntas que se conforman a las configuraciones de disciplinas y profesiones establecidas.

La fragmentación de perspectivas que incrementalmente se encuentra en un amplio sector de la sociedad se refleja en el tema de comunicaciones mismo, el cual es estudiado por las profesiones de periodismo, educación y ciencias de la información, así como por áreas interdisciplinarias como las ciencias de la computación, administración, ciencias del comportamiento y estudios de lenguaje y cultura. Añadidos a este tumulto intelectual, los investigadores en ciencias sociales frecuentemente se especializan en economía, política y sociología de la información y comunicaciones. Ocasionalmente, algún estudio intenta dar una panorámica general, pero poco o ningún esfuerzo se ha hecho por parte de gobiernos, fundaciones, institutos de investigación, o universidades para tratar de vencer de manera sistemática la burocratización rampante del conocimiento en general, y en particular, de la comunicación .

La gente en todas las naciones tiene derecho a conocer y buscar las respuestas de preguntas como éstas, dado que el advenimiento de la Sociedad de la Información nos afectará a todos. La plétora de observaciones y propuestas políticas deben proponerse de tal forma que animen al entendimiento, discusión y diálogo público, lo cual podría dar un grandioso resultado. Idealmente, es posible que la Internet sirva como el "Cerebro Mundial" propuesto por H.G. Wells en 1938, para acumular la riqueza mental humana diseminada por el mundo, a fin de hacerla universalmente accesible.

¿Será posible que algo así se lleve a cabo? Llamadas a una mayor y más amplia vision, como este ensayo, son fáciles de hacer. Crear y mantener las instituciones necesarias para promover tal visión es mucho más difícil. Es más, aun con la ayuda de tales organizaciones coordinadoras y sintetizadoras del conocimiento, la evolución para una Sociedad de la Información no será fácil, pero sería un poco menos turbulenta de lo que podemos esperar ahora. Continuar el status quo del caos informacional aumenta considerablemente la posibilidad de que no podamos obtener una ganancia viable y humana. La mayoría de los países han preferido evitar elegir, con la esperanza de filtrarse o colarse al desarrollo siguiendo la corriente. Sin embargo, aun así, la Sociedad de la Información llegará (si llega), requiriéndonos mayores esfuerzos por nuestra falta y falla de generar y emplear imformación.